Ya soy adicta. Las horas de sueño han dejado de ser prioridad desde que vivo escribiendo en-sueño y la onírica de las letras me lleva a una lucha fantástica. Y salto del mundo de las ideas a la cima de las letras, deformadas de mil formas e infinitas como el tiempo de ensueño de Dalí, derretido en texturas efímeras y eternos dibujos cual cascada de tinta densa que limpia el áspero del papel.
Redacción de contenidos, copywriting, poesía...
palabras superpuestas
de tantas maneras en mi cabeza,
y tan encadenadas a tantas ideas y tan colgadas
de-mentes bienalmadas
deshilachadas
del corazón.
No me faltan motivos para escribir y arrancarles ideas a las lapas de debajo de las piedras para conseguir el propósito que sea. Da igual de quién sea la necesidad, si me pides que escriba, llegar al infinito es personal. Y no importa si el camino pasa por levitar hacia el cielo o escarbar hasta dar con fuego.
Puedo ser la copiloto ideada para ir a donde tu quieras, el mapa lo trazan nuestro destino y las letras; el combustible es la tinta que destilan mis venas; si se trata de escribir, me sale sangre a borbotones y las yemas de mis dedos se tornan negras.