Hernán Foffani, ingeniero de software con más de 20 años de experiencia, es un ejemplo para aquellos que dan sus primeros pasos como freelance. Tener paciencia, confiar en uno mismo y estar al día de las tendencias del mercado son algunos de los rasgos que han permitido a Hernán ser el experto que es hoy. Su confianza en Malt le ha llevado a lograr todos sus proyectos durante más de un año en nuestro marketplace. Descubre la historia de Hernán.
Buenos días, Hernán. Es un placer conocer tu historia profesional y por ello vamos a empezar por tus inicios. ¿Cuándo te adentras en el mundo del desarrollo?
Empecé en el sector hace 25 años. El inicio de mi carrera profesional fue en Argentina y fue en el año 2000 cuando vine a España. Durante este tiempo he trabajado como director de tecnología y director de desarrollo, haciendo un poco de todo a nivel de desarrollo. Y aunque ya había hecho algunos proyectos como freelance, ya fuese por que me llamaran la atención o por que fueran interesantes para mi perfil, no fue hasta 2008, tras años de carrera en el mundo del desarrollo, cuando decidí dar una oportunidad al freelancing.
Durante esta transición profesional, ¿cuándo descubriste a Malt?
Cuando decidí dar el salto al freelancing consulté muchas plataformas y el problema en estas fue la gran competencia y con tarifas diarias a la baja. Un día investigando, descubrí Malt, pero realmente no fue hasta que un cliente me sugirió probar la plataforma, cuando empecé a utilizarla. Yo también tenía curiosidad, así que nos lanzamos. La realidad es que desde el principio me gustó mucho el funcionamiento de Malt y aquí estamos (risas).
Para mí, el principal punto fuerte fue que estuviera más restringido por países; es decir, los expertos freelance en Francia trabajaban en Francia, los profesionales españoles en España, y así. Y sobre todo, las facilidades de gestión. Está muy bien que la plataforma de Malt centralize los aspectos formales del proyecto como son las facturas y el pago.
Tras un tiempo en la plataforma llegó la pandemia, al principio tuve miedo de que esta situación recudiese la demanda por parte de clientes pero casualmente fue todo lo contrario, tuve más proyectos. Desde mayo de 2020 hasta agosto de 2021 he realizado todos los proyectos con Malt, mi facturación completa.
Bueno, entonces podemos decir que estás contento con Malt
Así es (risas). Lo que más me gusta del funcionamiento de Malt es que los clientes con quien tengo el placer de trabajar, respetan -aún teniendo que negociar- la tarifa diaria con la que he fijado mis servicios.
El formato y dinámica de la plataforma me permite tener un buen salario y a la vez no tener que trabajar 50 o 80 horas para lograrlo. Gracias a esto he podido lograr un buen equilibrio entre vida personal y profesional.
Nada mejor que poder decidir tu estilo de vida. ¿Has tenido muchos proyectos recientemente?
El último año me han entrado bastantes propuestas e incluso tuve que rechazar algunas. Ahora mismo estoy con dos clientes grandes y el resto de proyectos los hago en proyectos más pequeños.
Si algo me ha dado la experiencia, es prudencia. Es importante saber en qué proyectos entrar y en cuáles no. Del mismo modo, se aprende a no querer hacer más de lo que se puede. Puedo decir que tengo cierta intuición en este sentido y esto solo lo da la experiencia.
¿Qué debe tener un proyecto para que lo escojas antes que otro? ¿Cómo es esa receta perfecta?
Lo principal es que esté claro el objetivo del proyecto. Esa es mi premisa inicial y cuestión principal. Si no veo un objetivo, no voy a aceptarlo. Después entran aspectos más subjetivos, como tener buen feeling con el cliente. Como comentaba recientemente, esto está basado un poco en la experiencia. Si hay algo en el interlocutor que no fluye, no acepto el proyecto.
Por otro lado hay matices técnicos a los que cabe prestar mucha atención. Si se trata de alguna herramienta que desconozco, debo analizar cuanto tiempo me llevaría estudiarla. Y pese a poder tenerlo en cuenta en el presupuesto, si veo que no puedo dominar los detalles técnicos, ya sea por tiempo o dinero, no voy a aceptar el proyecto. Dicho esto, es importante estudiar todas las propuestas de clientes porque así puedo analizar al detalle las pretensiones, contrastarlo con mis capacidades y a partir de ahí, dar una respuesta.
Nos gustaría conocer el proyecto que has realizado y que brilla con más fuerza en tu memoria.
Me vienen dos a la mente. El primero, uno con Shopify. Se trataba de una conciliación de stocks de tiendas de comercio electrónico adaptado en AWS (Amazon Web Services). Un proyecto bastante escalable y que pese a no ser este el objetivo inicial, pudo tener mucho recorrido.
El otro proyecto se trata de un producto completo de análisis financiero. Incluía el análisis de series de tiempos, aspectos de Machine Learning, … Este era un sistema de FullStack y fue interesante por la complejidad del producto y el hecho de ser creado de 0.
¿A qué crees que se debe que tu perfil despegara definitivamente en 2020?
Considero que el motivo principal, aunque no me afecta solo a mí, es que se ha popularizado el trabajo remoto. También por la evolución de la dinámica comercial. Antes estaba obligado a ir a las oficinas, conocer las exigencias del cliente, negociar la tarifa y llegar a un acuerdo. Ahora, todo este proceso, se completa en remoto, vía videoconferencia.
Por otro lado está el networking y cómo conocer clientes. Antes, el contacto de un cliente interesado o que necesitara un servicio, era siempre a través de una red de conocidos. En este punto estoy muy satisfecho de estar en Malt. Me ha dado la oportunidad de conocer nuevos clientes y otro tipo de demandas y proyectos.
¿Cómo han evolucionado las pretensiones de un cliente al tener a su alcance a tanto talento freelance como tú?
Hay dos modos de poner en práctica el freelancing. El primero está basado en los “valores puros” de este estilo de trabajo: como freelance presentas tus capacidades y servicios, los clientes te ofrecen proyectos, y por último, se discute la tarifa diaria y la duración del proyecto. También podemos destacar el hecho de poder contar con un seguro de pago, que hasta no hace mucho, era algo que solo se veía en Estados Unidos.
Estas serían las tablas de la ley del buen freelance, para que nos entendamos. Pero no todo el mundo lo entiende o quiere entender así el freelancing.
Una de las ventajas del freelancing es poder fijar una tarifa diaria propia. ¿Cómo calculas la tuya?
Hay distintas técnicas para fijar la tarifa de cada uno y yo confío en fijar mi tarifa acorde al mercado. Por mi parte, intento tener en mente una tarifa horaria y contar con un margen que refleje la productividad, algo que solo conoce uno mismo. Este margen de productividad me permite estar seguro de no tener pérdidas.
También hay que tener en mente que pueden aparecer factores que van más alla de nuestro alcance. Por ejemplo, cuando un cliente pide modificar el proyecto y altera la ruta prevista. Por ello, hago hincapié en la importancia de considerar cierto margen.
También es importante considerar el tiempo que vas a necesitar para conocer un entorno novedoso. Si sé que voy a dedicar ciertas horas a indagar en un campo financiero, por ejemplo, debo añadir estas horas en el presupuesto que envío al cliente.
¿Un consejo final?
Saber decir “no” a un proyecto. Aunque te encuentras en una situación sin proyectos. Si de entrada tienes dudas, el proyecto está destinado a tener complicaciones. Piensa que tú reputación depende del éxito de tus proyectos.
Mi consejo es que aceptes un proyecto siempre que lo veas viable y te produzca curiosidad. Ser selectivo hará que con el tiempo, crees un filtro que va a determinar cómo te presentas como profesional freelance. Siempre vas a trabajar en aquello que más te apetece y te ilusiona, una de las mayores ventajas y libertades que ofrece ser freelance.